Todo empezó con una simple alergia hace más de 10 años. Me obligó a devorar cada etiqueta de ropa para asegurarme que no tuviera un porcentaje de poliéster. Llego a ser tanto mi odio por este material, que empecé a decirle “Poli” a las nuevas novias de mis ex novios, y a cada mujer con implantes muy grandes en su parte posterior. Luego mi neurosis empeoró y empecé a revisar cada ingrediente en cremas, champús y hasta pastas de dientes, asegurándome de que no tuvieran ciertos componentes químicos. Me volví insoportable; siempre que una amiga llegaba feliz después de comprarse...